domingo, 10 de julio de 2011

De a dos

Está por empezar un partido que me va a tener como actor, bajo la cabeza y digo: "tengo que comprarme botines".  Y sí, es inevitable. La media blanca asoma desde un agujero en la punta de mi negro botín derecho y hace un contraste de colores que se nota a la distancia del malestar físico del clazado para que algunos empiecen gritarle "croto" a quien escribe. Lo raro, para el que no me conoce, es que soy zurdo. Sí, futbolísticamente también soy zurdo. ¿Por qué se me rompe el botín derecho con el cual casi ni pateo? Es una de las grandes incógnitas del universo que algún día se habrá preguntado hasta el mismísimo Bob Marely en alguno de sus picaditos. Pero no me quiero dedicar a esa reflexión. La cuestión es la siguiente: mi botín derecho está bastante deteriorado pero el izquierdo está ileso. Entonces: ¿Por qué mierda me tengo que comprar un par de botines si necesito uno sólo? Bueno, debo admitir que este asunto me tiene a maltraer y lo pensé en los últimos dos viajes de colectivos que hice, además de haber pensado en salvar a la humanidad con mis super poderes todavía ocultos porque para llegar a ser un Superman primero hay que ser un Clark Kent y para llegar a ser un Clark Kent (mismas iniciales que Cristina Kirchner, seguramente si se inventaba en estas épocas ese comic hubiesen dicho que el gobierno está metido en todos lados y que ya no hay libertades) primero hay que ser periodista; bueno, calma, estoy estudiando para eso, cuando me reciba, salvaré a la humanidad. Retomo: tengo que comprarme botines. Plural. No singular. No puedo comprarme sólo el derecho. Tengo que comprarme dos. ¿Por qué? Porque los venden así. ¿Por qué? Encuentro razones económicas, políticas y sentimentales. Asumo que las primeras dos razones no les interesan demasiado pero voy a hacer un breve comentario igual -porque no me pueden detener cuando estoy escrbiendo, esto no es como estar hablando visteS-: los productores de botines ponen en el mercado sus productos de a pares simplemente para vender más. No es lo mismo vender de a uno que de a dos. Y toda cuestión económica tiene un aparato político que lo respalda sin el cual no podría funcionar.

    "Pero, oh, Juan, ¿qué has fumado para decir que hay razones sentimentales para vender botines?". Bueno, queridos y queridas (o como veo que se escribe ahora en las redes sociales "queridxs"), no fumé nada. El asunto está más claro que el agua. Bueno, depende que agua. Esa frase es tramposa. Seré más específico: está más claro que el agua de manantial que algunos se la adueñan cuando baja de la montaña y la embotellan para venderla en todos los comercios del país. Hay una razón sentimental por la cual se venden los botines de a par: sería muy triste verlos solos. Este mundo individualista está empecinado en mostrarnos pares que triunfan. Pares, no multitudes, a ver si las masas se nos hacen los locos y quieren derribar nuestras instituciones burguesas. Por eso hay  cientos de peliculitas donde una pareja se conoce, se pelea, se reconcilian, se casan y todos felices. Y por eso venden botines de a pares. Bien podrían ustedes preguntarme "¿y por qué no venden todo de a par entonces?". Pero no, estimados. No funciona así la cosa porque si todo viniese en conjunto se alimenta en la conciencia una vida colectiva, y eso es lo que menos quieren las cabezas burguesas. Te ofrezco de a par...pero algunas cosas nada más, con moderación.

    Además, observo un casamiento entre los botines izquierdo y derecho. Empieza cuando uno los compra. Los ve nuevos, radiantes, saludables, con lindo aroma, son el uno para el otro. Con el correr del tiempo y del uso, la relación se va desgastando hasta caer en el fin, cuando alguno de los dos no da más. Se ponen viejos, uno ya no los cuida, no les da importancia, tienen feo olor, se rompen. Un claro casamiento.

    Lo cierto es que nada va a cambiar. El lunes iré a comprarme botines, en plural, a pesar de lo intacto que esté el izquierdo y daré inicio a un nuevo casamiento. ¿Alguien viene a tirar arroz?